jueves, 2 de febrero de 2012

EL EFECTO SÁBATO.

Un chico de dieciocho años está aburrido, es de noche y no puede dormir. Para apaciguar su desesperación fuma marihuana como último (o primer) recurso. Las ganas de no dormir, o imposibilidad, a esta altura no hay diferencia, continúan. La hierba cumple con su objetivo a medias, si bien lo anestesia y le permite al chico ver colores nuevos y oír sonidos que sabe que no están allí, fracasó en su objetivo primordial, que era el de hacerlo dormir.
Con desconsuelo y tristeza baja las escaleras. Se dirige a la biblioteca de la familia. Encuentra un libro de tapa dura de Ernesto Sábato. Es Sobre Héroes y Tumbas, y sin saberlo el chico comienza a leerlo. Lo que él no sabe es que es ese momento su vida está a punto de cambiar.
Encontró en Alejandra su primer amor. Es verdad, antes de ella había tenido un romance fugaz con su mejor amiga, algo que no superó el par de besos, cosa que por supuesto, arruinó la amistad. Pero Alejandra le cambió la vida. Lo triste de Sobre Héroes y Tumbas es que desde la primer página ya se sabe que Alejandra muere, y se sabe cómo.
Desde esa noche, en medio de la influencia de las drogas, el chico se puso un objetivo. Tengo que encontrar a Alejandra, se dijo. Tampoco el chico come vidrio, siempre supo que Alejandra es un personaje, y que más grave aun, es un personaje muerto. Su búsqueda se trataba más bien de encontrar a alguien como ella. Su esperanza se basaba en: si Sábato creo algo así, es porque se debió influenciar o inspirar en alguien, Alejandra, en algún lugar del mundo y del tiempo, existió.
Creyó encontrarla en una rubia, otra amiga de quien también disfruto de los placeres de la carne, y con quien, como no podía ser de otra forma, la amistad se vio arruinada.
¿Como hacía Martín para resguardar la amistad con Alejandra luego de intimar? No lo sabía. Claro que el consuelo de tontos sería decir, bueno, así le fue a Martín, y así le fue a Alejandra. Pero el chico no escarmentó y siguió con su búsqueda.
Así pasaron algunas chicas por su vida, hasta que se dio cuenta que la búsqueda sería más difícil de lo que en un principio aparentaba. En su afán por encontrarla se aisló del mundo. Aislarse generó que a sus alrededores sus amigos y amigas se vieran alterados. Comenzó a ser raro. Comenzó a escribir. A tocar la guitarra. A pintar. Cuando Alejandra llegue tengo que estar preparado para regalarle lo que ella es, una obra de arte. Cada tanto alguna chica le llamaba la atención, entonces él le regalaba poemas, canciones, cuentos, dibujos; cosa que por otro lado generaba el amor en otras mujeres que él se fue encargando de rebotar una por una. O es Alejandra o Nadie.
Rechazó a tantas mujeres como pudo, de algunas hasta se arrepintió en silencio, no por creer que estaba rechazando a Alejandra, sino porque a veces bien vale la pena comer algo rico por el solo gusto de comerlo. Pero no lo hizo.
Creyó encontrarla una noche, ebrio y resignado. Y si bien esta última mujer fue lo más cercano a Alejandra que encontró, no lo era. Alejandra no existe se dijo, y una nueva teoría se le vino a la mente. Quizás Sábato no se inspiró en nadie, y solo haya creado a Alejandra como un ideal de mujer perfecta, inalcanzable, un ideal de lo que realmente es el amor, porque al fin y al cabo, una obra de arte no es más que eso, una declaración honesta de amor, nada más digno que una obra de arte, nada nos muestra más como somos que un poema propio, una pintura. Nada de eso alcanza para encontrar el amor, el amor es o no es. No hay forma de enamorar a alguien. Es a primera vista o no es.
El chico entendió a Sábato y se sintió identificado con él como nunca jamás se identificó con alguien. Existía alguien en este mundo que sufrió como él, y fue capaz de plasmarlo en una novela, quizás la haya escrito para conquistar el corazón de una mujer, quizás su amor imposible tenía forma de Alejandra. Pero no alcanza, nunca alcanza cuando no te aman y no te corresponden no hay arte que valga, y los poemas y canciones y esculturas terminan siendo eso, una muestra de amor a alguien no correspondido.
El chico, terco como una piedra, es el día de hoy que sigue buscando a Alejandra, tal vez como excusa para seguir escribiendo y pintando, porque posiblemente lo que el chico esté buscando sea el amor verdadero.
Pero como se dijo antes, el chico no come vidrio.

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