lunes, 13 de febrero de 2012

EL HEREDERO - Entrega Cuarta



El Emperador reposaba en su trono con una copa de licor en su mano derecha. Se dormitaba. Comenzaba a visualizar experiencias oníricas que duraban instantes. Los Aduladores observaban la patética existencia de Su Majestad y aprobaban mecánicamente cada gesto, cada palabra, cada broma y cada decisión. Después de todo, para eso eran Los Aduladores…
La puerta principal del palacio se abrió repentina y brutalmente; un hombre grande, de rasgos marcados a cuchillo, mirada turbia, respiración agitada, dagas y revólveres próximos a sus manos siempre dispuestos a cumplir su misión. El silencio se vio interrumpido por la abrupta entrada de El exterminador.
      -Señor, se nos escapó –expresó el recién llegado.
      -¡¡¡Sabes que no me gustan las malas noticias!!!
El Emperador gritó esto ultimo y estrelló la copa de licor contra el suelo, manchando su cara alfombra y esparciendo restos de vidrios por todo el salón. Los Aduladores huyeron y el eco se perdió en cada rincón de la morada.
      -Un hombre así es peligroso, puede comenzar una rebelión en la Metropolis y no queremos que El Pueblo se rebele… lo queremos manso y sumiso.
El Emperador sonó desafiante, no admitía el error, esa era una palabra que no figuraba en su vocabulario y que se paga caro en su entorno.
      -Nnno señor –El Exterminador parecía nervioso.Jamas fallaba, siempre eliminaba a los oponentes del régimen a sangre fria.
      -Quiero su cabeza para servir dentro de su cráneo comida en mi próximo banquete.Se verá bien con un arreglo floral a su alrededor. Su cadáver será expuesto en la plaza para que el próximo valiente considere sus intenciones.En cuanto a usted… vaya a la Catedral, pregunte por El Lucrador, es un espia que lo ayudara.
      - ¿Pero… y El Sacerdote?
      -Descuide… ya nos encargamos de el…


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